
¿Qué es el vaginismo?
El vaginismo se produce por la contracción o el espasmo involuntario del tercio externo de la vaginal. Puede provocar los siguientes síntomas:
- dificultad o imposibilidad para llevar a cabo las relaciones sexuales con penetración
- dificultad o imposibilidad para la exploración genital
- dificultad o imposibilidad para la colocación de tampones u otros dispositivos intracavitarios
Puede suceder a cualquier edad y según los antecedentes se puede tratar de un vaginismo primario (en el que siempre han existido estos síntomas) o un vaginismo secundario (en el que se desencadenan estos síntomas en una paciente que previamente no los experimentaba).
¿Cómo se trata el vaginismo?
El tratamiento se realiza de forma multimodal, siempre después de una exhaustiva historia clínica y exploración médica. Uno de los tratamientos con más éxito es la inyección de toxina botulínica en la musculatura del introito y las paredes vaginales. El efecto de la toxina es producir la relajación de dicha musculatura evitando que se contraiga en exceso de manera espontánea o permanezca contraída disminuyendo así el dolor. Esta relajación es necesaria para realizar terapias con dilatadores progresivos o terapia manual.
¿La infiltración con toxina botulínica en los músculos de la vagina es una ténica segura?
La toxina botulínica es un tratamiento que se usa desde hace años para el tratamiento en estética y en espasticidad muscular. En los casos de dolor, la infiltración es muy segura porque se trata de dosis muy bajas y no producen efectos adversos.
Siempre es necesario una valoración previa en consulta de forma que la relación beneficio-riesgo se individualiza en cada paciente.
¿Cómo actúa la toxina botulínica y cuanto dura su acción?
La toxina botulínica empieza a actuar entre los 2-5 días tras la infiltración, alcanzando su pico máximo al mes. La duración del efecto puede ir entre los 4 y 6 meses, a veces es necesario volver a infiltrar, pero en muchos casos esta re-infiltración no es necesaria, ya que con el tratamiento se saca a la paciente de un circuito de perpetuación del dolor y es posible realizar otras terapias complementarias, como son la utilización de dilatadores, la infiltración de PRP para mejorar el tejido o la terapia láser.
Siempre es necesario un plan terapéutico individualizado.